Nuevamente me vi en camino a una aventura más. La Paz me espera.
Había empezado por tomar las fotografías de la iglesia, la municipalidad, las estatuas. Pero cuando iba a capturar la imagen del parador fotográfico de La Paz, mi visión cambió.
Había una niña, tal vez de unos 5 años cerca del lugar, al rato se unió un niño y ambos, muy alegres posaron para mi lente.
Fue en un abrir y cerrar de ojos cuando habían 8 de ellos esperando a que la cámara capturara sus inocentes rostros.
La reacción de ellos fue mi mayor sorpresa, me pidieron que les mostrara la foto y aunque era una completa desconocida, me abrazaron y me agradecieron.
No me pidieron la imagen impresa, parecía que el simple hecho de fotografiarlos había sido un regalo para ellos.
Después me olvidé de las típicas fotos de turismo y me di cuenta, La Paz es un auténtico paraíso para los niños.
Estaban corriendo, saltando, jugando de manera libre, no mirabas a sus padres preocupados por ellos, simplemente estaban felices disfrutando de su niñez de la manera más sana.
Es que me dio envidia
Sin móviles, sin tabletas, solo ellos y el ambiente. Ellos se encargarán de tomar sus propias fotos en sus recuerdos para la eternidad.
Genuinas sonrisas brotaban de los rostros de los bellos hijos de La Paz.
No era un parque custodiado como en las grandes ciudades, simplemente un lugar lleno de confianza y bondad entre ellos mismos.
El parque es grande, colorido, lleno de bustos de expresidentes hondureños.
Realmente un escenario perfecto para apreciar la magia que la niñez trae consigo.
La vida la vuelves a sentir, te olvidas de todo lo que te rodea y ahora quiereaqs volver a tu infancia, aquella en la cual todo es diversión, donde no hay maldad.
Sí, esa donde juegas tranquilamente afuera de tu casa y donde el mejor premio es disfrutar.
Eso es La Paz. Ahora que lo veo desde acá, muy acertado el nombre del municipio.
Además: El occidente también tiene ciudades gemelas