El exentrenador del Arsenal, Arsene Wenger, que acaba de cumplir 70 años, asegura estar listo para volver a tomar las riendas de un equipo de fútbol.
El reinado del francés en el Arsenal concluyó en el verano boreal de 2018, luego de 22 años en los que revolucionó a los Gunners.
Allí, levantó 17 títulos (incluidos 3 campeonatos ingleses y 7 Copas de Inglaterra. Pero sus últimos años no fueron exitosos.
Pero el alejamiento no ha menguado su pasión por el juego, afirma a la AFP, desvelando que ha recibido «proposiciones del mundo entero».
«Hasta el momento he rechazado volver porque tuvimos problemas de salud en la familia», dijo en una entrevista acordada por su visita a Tokio.
«Las propuestas llegaron siempre en un momento en el que realmente no podía hacerlo o no quería».
Wenger entrenó al Nagoya Grampus japonés, en la J-League, antes de aterrizar en el Arsenal en 1996, y su nombre ha sonado para el puesto de entrenador de la selección nipona.
«Me encantó estar en Japón»
¿Estaría tentado (de regresar) en el futuro? «Puedo contemplarlo todo, me encantó estar en Japón. No descarto nada».
En Tokio, participa como asesor para un proyecto de un nuevo estadio en la capital nipona, pero piensa volver a los banquillos a principios de 2020.
«Echo de menos el contacto con la gente, estar en el mismo barco, compartir las mismas emociones, la victoria, la derrota», añade Wenger.
«Soporto bastante bien la presión, porque he hecho esto toda mi vida, así que lo echo de menos».
Pero sin duda hay un cargo que siempre le deja indiferente: el de seleccionador de Francia.
«He rechazado esta proposición varias veces», asegura el alsaciano, que ha sonado recientemente para entrenar al Lyon.
«Prefiero el fútbol de clubes. Para mí una selección nacional es tiempo parcial: son diez partidos por año».
«Estoy acostumbrado a jugar 60 partidos al año, por lo que nunca me ha tentado realmente estar en una Selección.
Arsene Wegner
«Tal vez soy un poco torpe»
El técnico recrimina a los medios de comunicación su presencia constante en el fútbol moderno, y a los propietarios de los clubes ser de gatillo fácil, lo que hace su profesión cada vez más precaria.
«Hay cosas que no echo de menos», dice. «La vigilancia continua y las conclusiones definitivas luego de cada partido son peores que antes. El mundo del fútbol ha cambiado en estos 20 últimos años, los propietarios han cambiado. Es más inversión, cálculos. Pero a fin de cuentas no puedes cambiar de entrenador todas las semanas».
Arsene Wenger explica también uno de sus grandes misterios: la razón por la cual nunca conseguía subir la cremallera de su abrigo.
«Mi abrigo era muy largo y me lo ponía cuando ya sentía mucho frío», sonríe. «A veces mis manos estaban muy frías, también porque no te centras en la cremallera, sino en el partido. Pero tal vez soy un poco torpe», concluye el hombre que fue muchas veces filmado peleando con su abrigo mientras miraba fijamente el terreno de juego.